El sábado 7 de agosto pasada la 1:00 a.m. falleció mi abuela, Rosa Mª González Pérez, quien más que abuela fue mi madre verdadera, mi maestra, consejera y protectora. Una mujer luchadora, quien sacó adelante a cinco hijas y un hijo sola, y además me tomó a mí y a mi difunto hermano César bajo su cargo como si fuéramos sus hijos. Capaz de una fuerza de voluntad sobrenatural, hasta el último día de su vida su pensamiento estaba en el bienestar de su familia.
Docente de profesión, deja seis hijos, diecinueve nietos, cinco bisnietos y decenas de vidas tocadas por su generocidad.
Nadie la comprendió como yo. Ni la amó y admiró como lo hice yo. Como lo hago aún. Las personas nunca dejan de juzgar y criticar, especialmente con una persona de carácter tan fuerte como mi Mami, quien la mayor parte del tiempo era difícil de tratar. Sin embargo, hasta ahora muchos entienden que ese era solo un aspecto de su persona, que su carácter duro era la sombra de una fuerza de voluntad férrea, una rectitud a toda prueba y una capacidad de sacrificio increíble.
Ahora que la obra está acabada, comprenden la maravillosa persona que era Mami y se percatan del privilegio que tuvieron al conocerla.
Por mi parte, por primera vez verdaderamente me siento huérfano. A pesar de tener un padre ausente en mi vida y una madre lejana desde niño, Mami fue madre y padre para mi. Siempre la tuve a mi lado, sin importar en qué parte del mundo me encontrara, siempre se preocupaba de mi bienestar así estuviera viviendo en la capital o caminando por senderos perdidos en Talamanca.
Por primera vez, estoy totalmente por mi cuenta. Siempre, si en las buenas o en las malas podía contar con su apoyo incondicional, su corrección y su consejo. Ahora me he quedado sin la única persona que siempre cuidó de mí.
Aún sus errores y defectos son para mí una fuente de inspiración, así fuera por oposición. Su carácter severo e inflexible, por ejemplo, me enseñó a ser más paciente y tolerante con las opiniones diferentes o erradas. Me inculcó el preocuparme por los demás, que nada se obtiene sin sacrificio, a defender la justicia, tener misericordia de los seres humanos y que el amor vedadero está en los actos y no en las palabras.
Una mujer tan grandiosa, que su muerte llenó al máximo la iglesia donde la velaron y que a pesar de que su entierro se llevó a cabo en medio de un aguacero torrencial, nos acompañó una multitud fiel hasta el último momento
Si tan solo soy la mitad de fuerte que ella fue, seré capaz de lograr lo que sea. Seguiré luchando por mi familia y por cumplir mis sueños, en honor a la admirable mujer que me amó como a un hijo, por mi madre verdadera.
Rosa Maria Gonzalez Perez (1950-2010) - Descansa en paz valiente mujer
Reviewed by Bimago El Cínico
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lunes, agosto 09, 2010
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Ah que mal ride :P La verdad no soy muy bueno para decirle cosasa las personas en momentos como estos momentos.
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