Porque no me gusta como son las cosas

¿Para que haces esto? Me preguntó mi esposa. Ella me ve ocupar tanto tiempo leyendo información, respondiendo mensajes y participando en charlas... y todavía abro un blog para hablar de política y religión (los dos temas que, en opinión popular, deberían ser excluidos de cualquier conversación) donde ni siquiera estoy ganando una moneda por publicidad. Y no deja de tener razón en preguntarlo.

Exactamente por eso, le respondo.

Muchas personas prefieren ignorar sus propias preguntas, pasan día tras día llenando sus oídos de ruido, sus ojos de imágenes y sus manos de ocupaciones. Mientras tanto, lo único que realmente los define como seres valiosos, lo que está en su cerebro, es como un erial, donde nada se cuida ni se cultiva. Por eso estudio y me cuestiono, aprendo, saco mis dudas, porque respeto mi mente. Al final lo que tienes entre las orejas es que te ayuda a tomar buenas decisiones con tu vida.

Ahora, mucha gente también aprende por su cuenta, pero de ahi no pasa. En mi pensamiento, el conocimiento debe ser compartido, no forzado a aceptar, sino dado para que otros lo analicen y lo pesen. No me quedo en el ser, sino que paso al hacer. Como uno de mis personajes favoritos, Adrian Monk, me incomoda lo que pasa a mi alrededor y no me conformo con ajustar mi visión para ignorarlo. Y aunque mi poder para cambiarlo es limitado, uso la herramienta más poderosa que existe: el conocimiento.

Sin embargo, el conocimiento acumulado solo es agua en una represa. Para desarrollar su poder, el conocimiento debe convertirse en Entendimiento, que es cuando lo que aprendes se asimila en tus pensamientos y tu forma de actuar. Entonces el conocimiento es como el agua que fluye de la represa y que puede ser convertida en energía.

Como dice un famoso refrán: "Quise cambiar al mundo, y entendí que primero tenía que cambiar mi país. Quise cambiar mi país, y entendí que primero tenía que cambiar mi ciudad. Quise cambiar mi ciudad, y entendí que tenía que cambiar primero mi familia. Quise cambia a mi familia, y entendí que primero tenía que cambiar yo mismo".

Con una sola persona que logre influir positivamente, todo el trabajo valió la pena.